Posteriormente, una vez que terminan de pasar las imágenes (y dejamos tiempo para escribir), los alumnos corrigen el dictado, volviendo a proyectar de nuevo las imágenes con el resultado.
Esta propuesta es una oportunidad de trabajar la escritura, la atención y la memoria, potenciando la conciencia fonológica. Si realizamos un dictado tradicional, los alumnos simplemente escuchan la palabra y codifican los sonidos en letras. Sin embargo, con el dictado mudo deben asociar primero una imagen con su nombre, haciendo que automáticamente sean ellos mismos los que articulen la palabra y asocien el sonido con su representación gráfica.